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domingo, 29 de mayo de 2016

SAGRADO PEDESTAL DEL MUNDO


POR EFRAÍN VALENZUELA
El principio, el umbral, bien sea gracias al nombre dado por la tradición de los judíos, Beresit, o por la Biblia griega, Génesis, se expresa en los siguientes términos: En el principio, Dios creo el cielo y la tierra. El texto es categórico al referirse a la naturaleza, nada cultural. La cultura es esencialmente una producción humana. Cuando Dios, según el Libro Esenio de la Creación, dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza, (Gen 1:26), cabría soltar la pregunta ¿En qué se parecen y desigualan el Ser Humano y Dios? Entre todas las semejanzas que se pudieran sugerir: tener libre albedrío, voluntad propia, no estar íngrimo y solo, ser racional, tener facultades espirituales, brindar tributos y poseer alma, entre muchas otras, existe un parecer, una vecindad, una analogía, la cual paradójicamente, hace al ser humano a imagen y semejanza de Dios pero distinto, radicalmente diferente, y sui generis: el ser humano es también creador como Dios, pero de una cultura, históricamente determinada, y he aquí la ligera y profunda diferencia con Dios. Los seres humanos, hombres y mujeres, son demiurgos, como Dios, pero de la cultura. Ésta, en modo alguno, es un algo accidental o fortuito de la vida social del ser humano, menos una distinción de parvos, pocos y seleccionados. La cultura constituye un esencial tributo del ser humano. De allí su dimensión universal. La cultura es inherente a todo el género humano.
El gran producto histórico del proceso de desarrollo de la humanidad ha sido la creación de la sociedad, que Marx llamaría Formación Económica-Social. Lo planteado, lo expuso en acertadísimas palabras, por la década de los años setenta, de ese comunicador, llamado por sus panas Bruno, que también sería poeta y dramaturgo, que existiría considerado como el primer humanista renacentista del siglo XX, y el cual también sería matemático, judío y naturalizado británico, Jacob Bronoswki, (Polonia, 1908- Nueva York, 1974), autor de 11 libros, entre los cuales hay uno que describe el devenir intelectual del ser humano: La Ascensión del Hombre, trata el tópico en los siguientes términos: La creación del Universo, la creación de la Naturaleza y del planeta Tierra aún está en discusión, lo que parece ser inobjetable es la capacidad que tiene el hombre para crear su propio contexto, su propio futuro, su propio destino.
Se deviene lanzada y en tropelía, unas atropelladas y particulares preguntas-reflexiones sobre esa antiquísima y universal emblema: la Cruz. Es ésta la gran síntesis dialéctica de lo social-espiritual y de lo cosmogónico-cultural; se encuentran esos fabulosos creadores: el Ser Humano y Dios en un contexto societario, históricamente determinado. Dios vuelve a inculturarse a través del madero y el ser humano se trasmuta en cosmos desde la maravillosa natividad de la cosecha, expresada en ese leño. Será qué en ese ancestral y atávico pedestal se conjugan cielo y tierra; la cultura y lo cósmico; la terredad y lo sideral. Mayo podría brindar algunas pistas y estelas, a través de una particularísima celebración popular-residencial: el Velorio de la Santa Cruz de Mayo.
Las manifestaciones festivas convocan a las comunidades étnicas a una totalidad socio-cultural. Las fiestas, en tanto hecho social, holístico y sistémico, expresan las diversas modos y procederes de la manera como un grupo humano, una comunidad étnica, una familia étnica vecinal, en particular, y la sociedad, en general, manifiestan su sentido de relación con los tiempos extraordinarios de su existencia histórica. La Cruz de Mayo constituye una de las fiestas populares, que junto a las celebraciones de Santa Bárbara, San Juan y la Paradura del Niño, de las más significativa y expandida en los últimos años en la urbe caraqueña. La capital de Venezuela, Caracas, se torna definitivamente festiva en mayo. En este mes se suceden el mayor número de fiestas de todo el año, reúne más del 16 por ciento del total de las manifestaciones culturales caraqueñas. Sólo cercanas a ella, las fiestas de febrero con 12,48 por ciento; las de junio con 12,17 por ciento y octubre con el 13, 57 por ciento.
Llegó mayo, florido y galán, dijo el vate en el remate de aquel pie de la décima espinela. Anunciaba el arribo de ese mes tan peculiarmente festivo y celebratorio. Una manera de existencia cotidiana se pasea por el espacio residencial, con la tradición vestida de verso rimado y fulía encantada, convocando a la fe, haciéndose poesía colectiva, nombrando los cantos y toques particularísimos. Los versos tejen una afanosa presencia acostumbrada de hereda recobrada, de legado presente, de futuro, siempre onírico. La sapiencia popular se desborda en unos saraos de Fe-Pueblo-Barrio, despuntados y festivos. Quizás, no haya nada más revolucionario que un futuro lleno de tradición y memoria. En un versar del autor de este ensayo intenta anunciar la llegada de mayo:
Llegó Mayo con su canto
y con toda devoción.
Versos, impulso, emoción
alejan a cualquier llanto.
Por eso te quiero tanto,
digo aquí con gallardía.
Mayo es pura poesía
fe, madero y corazón
Por ello tengo razón
Mayo es nuestra alegría


En el calendario festivo de la liturgia católica, la fiesta de la Cruz, llamada la Exaltación de la Cruz, se celebra el 14 de septiembre. En la religiosidad popular y residencial, el día de celebración es el 3 de mayo. El término se utiliza en nuestro castellano desde el año 1140. En las fiestas y celebraciones de mayo se emparenta con la odalisca elegida entre las más hermosas del barrio o del pueblo. Mayo el mes de las flores. Mayo el mes de la Virgen María. Es el mes de las madres, la lluvia y hasta de los espantos. Los mitos y leyendas, que configuran una particular memoria histórica, se entretejen entre la oralidad y el verso; la tradición y la contemporaneidad; la fe popular y la batalla cotidiana. El poeta de Soapire, Estado Miranda, Julio Ramírez, en su verso octosílabo, dice
Los campos se reverdecen
a la llegada de Mayo
y los fulgurantes rayos
del sol que lo resplandecen.
Todos los campos florecen
y se hallan complacidos,
los campos reverdecidos
porque mayo da pureza.
Llegó mayo y su grandeza
Siempre risueño y florido
Hemos registrado, sólo en Caracas, 1992, en el mes de mayo, 363 Manifestaciones Culturales y, particularmente, se ha alcanzado a registrar no menos de 130 Velorios de Cruz de Mayo, sin contar las muestras, las cuales crecen y se expanden en el sistema escolar y otras instituciones, las cuales realizan su promoción y difusión con la alegría y gozo popular. Los romanos dedicaban este mes a los mayores del pueblo. Por ello puede afirmarse que mayo es el mes de los compatriotas de la tercera edad. La orquídea, llamada Flor de Mayo -Cattleya Mossiae- es declara la Flor Nacional de Venezuela desde el 23 de mayo de 1951. Se le rinde honor al inglés William Cattley, quien cultivó los primeros vástagos de esta planta en el año de 1818, a través de unas especies enviadas desde Brasil. En 1839 fue hallada la Cattleya en Venezuela. La simbología representa a este mes con la figura de Géminis. Castor y Pólux tiran del carro de Venus. Cupido hace su aparición en este tiempo de 31 días. Lo bucólico parece recobrar su presencia, su herencia de natura redimida. El verso, cantado o declamado, suelta un saludo de respeto y elegancia. Los decimistas preparan un recorrido entre poesías rimadas de prestancia e invocación; de argumento y despedida. No faltara la rima del reto, en el galerón nunca se abandona, pero la religiosidad popular teje un ambiente de tradición y compromiso, de sincera querencia. Diría el poeta Julio Ramírez para el saludo ceremonial:
Santa Cruz con el permiso
te he venido a saludar
en tu bellísimo altar
que parece un paraíso.
Y tengo por compromiso
cuando se llega tu día
de cantar mi poesía
con bastante religión.
Se presentó la ocasión
Santa Cruz, devota mía
La fiesta de la Cruz de Mayo convoca a una, verdadera, ceremonia de acción colectiva. Una liturgia popular se hace presente, junto a la tradición y a la autenticidad de la fe, reivindicando, de esa manera, la existencia cultural de las comunidades étnicas. El sentido de pertenencia se adquiere desde las localidades y microlocalidades, municipios y parroquias, barrios y veredas, que asumen a esta manifestación como forma emblemática de la cultura popular residencial. La fe es la expresión viva de una teología que libera lluvia y cosecha, fortaleciendo la herencia espiritual-social-arbórea. La responsabilidad social y el compromiso religioso comienzan por los promeseros. Tiempos remotísimos se hacen presentes en la vida cotidiana de quienes participan, de una u otra forma, en la celebración. La fiesta encierra un significado que, en la mayoría de los casos, se remonta a tiempos inmemoriales, (Mamadou Seck, 1989). Dice el verso octosílabo del poeta, curtido por el tiempo:
Cruz divina vengo a darte
Un homenaje ferviente
porque lo creo conveniente
en mis versos homenajearte.
Trayendo por estandarte
una grandísima fe.
Y a tu recinto me guie
lleno de grato cariño
y con la humildad de un niño
Vengo a rendirme a tus pies
El término Cruz viene de una voz latina -crux- y, geométricamente, constituye dos líneas que se cruzan en un ángulo recto. Figura formada por dos rayas cortadas perpendicularmente. Parte del árbol en que empiezan las ramas horizontales. Símbolo de las culturas de antiquísima data y cronología. Ancestralmente ha representado los 4 elementos y los 4 puntos cardinales. Un punto de intersección irradia cuatro caminos, cuatro direcciones y un círculo con el ser humano girando alrededor. Dos conceptos parecen encontrarse en esta forma geométrica: lo divino y el mundo. Éste último expresado, contundentemente, en la cosecha. Se sortea aquí una especie de natividad porque toda mies, lo agrario, la agricultura implican un nacimiento, y múltiple, variado, maravilloso. Quizás, la Cruz es el punto de encuentro entre lo cósmico y la terredad. Acaso la resurrección no es otra natividad. El ser humano desde tiempos ancestrales y recurrentes anda empeñado en nacer. La Cruz es también una Natividad, la Resurrección, y la vida venida de la lluvia y la cosecha. Todos estos hechos son cómplices de quien pare.
La impresión de los invasores al pisar esta Tierra de Gracia fue, precisamente, encontrarse con muchas cruces, abundantes. Los pueblos originarios se posesionaron e hicieron suya desde su presencia en el cielo: la Cruz del Sur. Un saludo a la santa Cruz que desde el cosmos viene a instalarse en el devenir cotidiano del trabajo agrario. Inmortalidad y sapiencia; símbolo de existencia y fecundidad. De tal manera que la Cruz bendita cristiana-católica es un añadido histórico social, que se convirtió en fe popular de resistencia cultural y batalla. Creo justo saludar/ en esta gran reunión/ a este reluciente altar/ adornados con primor, suelta el trovo el poeta de Soapire, Julio Ramírez, cuya imagen y rimas todavía recorren nuestros barrios festivos de Caracas. Hace su aparición la Virgen Bella, que tiende el manto sobre la tierra olorosa y torna el saludo magistral:
Antes de subir las gradas
de este divino oratorio
saludo en este velorio
la Virgen Inmaculada,
tan bella y adorada,
que aquí suele figurar.
Doy un saludo en plural
a todos decentemente
y como estoy entre la gente
Creo justo saludar
Si bien es cierto que la Cruz, en modo alguno, tiene su origen en el cristianismo; no menos cierto es que aquella crucifixión dejó su impronta simbólica en las culturas originarias de la América invadida y al sincretizarse pasó hacer parte de la cosmovisión religiosa popular y del imaginario colectivo espiritual de nuestros pueblos. La Cruz ya era, desde tiempos ancestrales, parte del devenir e ir de la cosmogonía de las distintas comunidades étnicas originarias. La Cruz venía siendo uno de esos signos de una lengua sagrada que venimos rastreando en todo el mundo. Las disímiles y diversas maneras de asistir a la vida, las culturas, ofrecen dilatados y precisos testimonios de la presencia de la Cruz. Ubicar su génesis, su natalicio, en cualquier parte del globo terráqueo, resulta totalmente válido. Creo justo saludar, dice el vate:
Saludo a los decimistas
Y a todos los trovantes
También a los circundantes
y a las cuatro señoritas.
Saludo a los fulistas,
que se hallan en la reunión.
Parece que es la ocasión
que deben de aparecer.
Sus cantos deben de ser
Adornados de primor.
Las cruces sobran, abundan y colman la existencia humana y cultural societaria: la Cruz Egipcia, la Griega, la Latina, la Gamada. Las Cruces de san Antonio, de san Andrés La Cruz de Lorena, de Malta. La Cruz Trebolada, la Polenzada, la Ancorada. La Cruz Papal. La Cruz sobre el orbe, la Celta, la Ankh, la Cruz de Osiris, sólo para citar algunas. Sin embargo, resulta infinitamente justo y necesario nombrar la Santísima Cruz que cargara Jesucristo, Jesús de Nazaret, la cual en sus tiempos era la manera de morir de los condenados, y que adquirió una significación redentora. Una antinomia histórica, vida-muerte, se trasmutó en resurrección salvadora. No existía nada más categóricamente pagano que morir crucificado. Gritaría la muchedumbre: crucifícale, crucifícale. Las siete palabras, todavía, deambulan por la memoria de entonces, de siempre. Y al pie de aquel madero, María y Juan, a quien Jesús entregaría a su madre como hijo. Aquel templo en tres días sería reconstruido. El paganismo, de paisano, del campo, al cristianizarse se trasfiguró en culto mariano. Acaso no son las féminas las que descubren e inventan la agricultura. Desde entonces la Virgen María parece ser la expresión cotidiana de todas las madres de la tierra. Dice el trovo del poeta Julio Ramírez:
Yo te saludo María
Reina de los querubines
porque subiste al cielo
al compás de los clarines
Si existe algún símbolo de carácter universal y presente en todas las culturas del mundo es la Cruz. Su poder evocativo, su fuerza de comunicación y base devocional imprime y graba a la fiesta una condición de celebración religiosa de fe popular y geografía residencial. No obstante, y de alguna manera, rompe con la cotidianidad: es una práctica social que se ubica fuera de la institucionalidad religiosa católica, muy a pesar del tremendo esfuerzo histórico por establecer un diálogo con la institución, la cual históricamente ha soslayado la fiesta, muy a pesar que se dan muestras de avances y algunos presbíteros se han incorporado a la festividad. Tiene la celebración un o una líder, que es el promesero o la promesera, se realiza en un tiempo-espacial particular y específico, celebra un acontecimiento feliz y, de innegable manera, es una fiesta de vuelta a los orígenes. La Virgen María vigila la esperanza de quienes participan y la Fe se teje en el colectivo.
Es factible que en esta manifestación-celebración-fiesta se sucedió un auténtico proceso de evangelización de la cultura e inculturación del evangelio. La religiosidad popular, en tanto síntesis de la fe y la cultura, se dice que es el producto histórico de la primera evangelización. Una nueva evangelización de la religiosidad popular, a la luz de la Teología de la Liberación, podría contribuir a que las celebraciones, fiestas y manifestaciones de las culturas populares se transformen en cultura de la resistencia, en acción liberadora de la enajenación religiosa de la oligarquía eclesiástica dominante y ser el gran componente de fe en la realización de la revolución, en su más amplio sentido. Ofrenda el poeta:
Pinté el cuerpo del Señor
en la calle de la amargura
y al pie de la virgen pura
pinté una divina flor.
Yo pinté con gran primor
la corona del Mesías.
Yo pinté la sacristía
en los cuerpos de una Iglesia.
Y en los templos de Venecia
pinté la Virgen María
El Velorio de la Cruz de Mayo es una fiesta de herencia bucólica, la fiesta de la cosecha, pero es posible definirla, también como una celebración urbana civil y alcanza algún rango institucional cuando el sistema escolar e instituciones la difunden con fines pedagógicos. A decir de la profesora María Teresa Novo: se combina la pedagogía de una ritualidad tradicional, previamente aprendida, con una estética propia del espectáculo. El festejo de la Cruz de Mayo expresa elementos tradicionales y modernos, así como los más contemporáneos, los cuales no resultan extraños. Su presencia anda en el alma de quien sabe persignarse o de quien sabe decir: Ave María purísima.
El Velorio de la Cruz de Mayo es una fiesta de la poesía: la décima espinela y las coplas constituyen el lenguaje de devoción, presencia y fe. También de lo más humano del humor, de lo cotidiano, del devenir político y social, así como de la elegancia enamoraticia certera. Un gran encuentro de humana calidad colectiva se sucede en la fiesta de la Cruz de Mayo. Sintetiza la vida entera y habitual de quienes participan, de una u otra manera, en la celebración. La vida social se encuentra con una simbología compartida, una religiosidad socializada, entre lo cotidianamente solemne. Los versos singulares redimen la alegranza, convocan la fiesta y la espiritualidad se hace presente. Una fe tan hermosa que no le falta el trago. Una fe llena de bendiciones, curtida de herencia, acicalada de memoria y que se hace, poco a poco, resistencia cultural. El verso, bien en pie de décima o en trovo, con su presencia brinda su testimonio histórico, su convicción y su cadencia.
Bendigo a la Santa Cruz
Saludo a quien la adorno
Quien a la Cruz esmaltó
Con ricas conchas de mar.
Dime quién pudo esmaltar
toda la pasión entera,
el martillo, la escalera,
los tres clavos, las tenazas
y para cantar con gracia
echen carato pa fuera
____________________
De Héctor Rojas y Emilio Rodríguez
Eres símbolo de amor
de paz, de fe, de esperanza.
Eres signo de alabanza
de sacrificio y dolor
En ti murió el Redentor
Así la historia lo sopla.
Fue el rey de Constantinopla
El primero que te vio
y en seguida comenzó
a echarte versos y coplas
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De la copla popular
Santísima Cruz
la del Redentor
La muerte vencida
se tornó en amor
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Santísima Cruz
sol de los caminos
alumbra los pasos
de los peregrinos
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Santísima Cruz
árbol de la vida
bríndale a la tierra
tu savia florida
Una propuesta podría instrumentarse: emprender la elaboración de los calendarios de las manifestaciones culturales por parroquias, municipios y estados de Venezuela. La investigación cultural constituye una de las líneas estratégicas sobre política pública cultural. Resulta urgente crear la Comunidad Científica Cultural. Si alcanzamos conocer culturalmente a Venezuela, jamás podrá el imperialismo someternos. Se trata de conocer una manera de asistir a la vida, que es la cultura. Desde allí la resistencia cultural es imposible vencerla. La Cultura Festiva, expresada en un sistema de fiestas y manifestaciones culturales residenciales-populares, son determinantes y estratégica para comprender la dimensión cultural de las comunidades étnicas. Es necesario apropiarse de la Venezuela Cultural. Santa, Cruz con el permiso/ te he venido a saludar.

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