POR EFRAÍN VALENZUELA
El
principio, el umbral, bien sea gracias al nombre dado por la
tradición de los judíos, Beresit, o por la Biblia griega, Génesis,
se expresa en los siguientes términos: En
el principio, Dios creo el cielo y la tierra.
El texto es categórico al referirse a la naturaleza, nada cultural.
La cultura es esencialmente una producción humana. Cuando Dios,
según el Libro Esenio de la Creación, dijo: Hagamos
al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza,
(Gen 1:26), cabría soltar la pregunta ¿En qué se parecen y
desigualan el Ser Humano y Dios? Entre todas las semejanzas que se
pudieran sugerir: tener libre albedrío, voluntad propia, no estar
íngrimo y solo, ser racional, tener facultades espirituales, brindar
tributos y poseer alma, entre muchas otras, existe un parecer, una
vecindad, una analogía, la cual paradójicamente, hace al ser humano
a imagen y semejanza de Dios pero distinto, radicalmente diferente, y
sui generis: el ser humano es también creador como Dios, pero de una
cultura, históricamente determinada, y he aquí la ligera y
profunda diferencia con Dios. Los seres humanos, hombres y mujeres,
son demiurgos, como Dios, pero de la cultura. Ésta, en modo alguno,
es un algo accidental o fortuito de la vida social del ser humano,
menos una distinción de parvos, pocos y seleccionados. La cultura
constituye un esencial tributo del ser humano. De allí su dimensión
universal. La cultura es inherente a todo el género humano.
El
gran producto histórico del proceso de desarrollo de la humanidad ha
sido la creación de la sociedad, que Marx llamaría Formación
Económica-Social. Lo planteado, lo expuso en acertadísimas
palabras, por la década de los años setenta, de ese comunicador,
llamado por sus panas Bruno, que también sería poeta y dramaturgo,
que existiría considerado como el primer humanista renacentista del
siglo XX, y el cual también sería matemático, judío y
naturalizado británico, Jacob Bronoswki, (Polonia, 1908- Nueva York,
1974), autor de 11 libros, entre los cuales hay uno que describe el
devenir intelectual del ser humano: La
Ascensión del Hombre,
trata el tópico en los siguientes términos: La
creación del Universo, la creación de la Naturaleza y del planeta
Tierra aún está en discusión, lo que parece ser inobjetable es la
capacidad que tiene el hombre para crear su propio contexto, su
propio futuro, su propio destino.
Se
deviene lanzada y en tropelía, unas atropelladas y particulares
preguntas-reflexiones sobre esa antiquísima y universal emblema: la
Cruz. Es ésta la gran síntesis dialéctica de lo social-espiritual
y de lo cosmogónico-cultural; se encuentran esos fabulosos
creadores: el Ser Humano y Dios en un contexto societario,
históricamente determinado. Dios vuelve a inculturarse a través del
madero y el ser humano se trasmuta en cosmos desde la maravillosa
natividad de la cosecha, expresada en ese leño. Será qué en ese
ancestral y atávico pedestal
se conjugan cielo y tierra; la cultura y lo cósmico; la terredad y
lo sideral. Mayo podría brindar algunas pistas y estelas, a través
de una particularísima celebración popular-residencial: el Velorio
de la Santa Cruz de Mayo.
Las
manifestaciones festivas convocan a las comunidades étnicas a una
totalidad socio-cultural. Las fiestas, en tanto hecho social,
holístico y sistémico, expresan las diversas modos y procederes de
la manera como un grupo humano, una comunidad étnica, una familia
étnica vecinal, en particular, y la sociedad, en general,
manifiestan su
sentido de relación con los tiempos extraordinarios de su existencia
histórica.
La Cruz de Mayo constituye una de las fiestas populares, que junto a
las celebraciones de Santa Bárbara, San Juan y la Paradura del Niño,
de las más significativa y expandida en los últimos años en la
urbe caraqueña. La capital de Venezuela, Caracas, se torna
definitivamente festiva en mayo. En este mes se suceden el mayor
número de fiestas de todo el año, reúne más del 16 por ciento del
total de las manifestaciones culturales caraqueñas. Sólo cercanas a
ella, las fiestas de febrero con 12,48 por ciento; las de junio con
12,17 por ciento y octubre con el 13, 57 por ciento.
Llegó
mayo, florido y galán,
dijo el vate en el remate de aquel pie de la décima espinela.
Anunciaba el arribo de ese mes tan peculiarmente festivo y
celebratorio. Una manera de existencia cotidiana se pasea por el
espacio residencial, con la tradición vestida de verso rimado y
fulía encantada, convocando a la fe, haciéndose poesía colectiva,
nombrando los cantos y toques particularísimos. Los versos tejen una
afanosa presencia acostumbrada de hereda recobrada, de legado
presente, de futuro, siempre onírico. La sapiencia popular se
desborda en unos saraos de Fe-Pueblo-Barrio, despuntados y festivos.
Quizás, no haya nada más revolucionario que un futuro lleno de
tradición y memoria. En un versar del autor de este ensayo intenta
anunciar la llegada de mayo:
Llegó
Mayo con su canto
y
con toda devoción.
Versos,
impulso, emoción
alejan
a cualquier llanto.
Por
eso te quiero tanto,
digo
aquí con gallardía.
Mayo
es pura poesía
fe,
madero y corazón
Por
ello tengo razón
Mayo
es nuestra alegría
En
el calendario festivo de la liturgia católica, la fiesta de la Cruz,
llamada la Exaltación de la Cruz, se celebra el 14 de septiembre. En
la religiosidad popular y residencial, el día de celebración es el
3 de mayo. El término se utiliza en nuestro castellano desde el año
1140. En las fiestas y celebraciones de mayo se emparenta con la
odalisca elegida entre las más hermosas del barrio o del pueblo.
Mayo el mes de las flores. Mayo el mes de la Virgen María. Es el mes
de las madres, la lluvia y hasta de los espantos. Los mitos y
leyendas, que configuran una particular memoria histórica, se
entretejen entre la oralidad y el verso; la tradición y la
contemporaneidad; la fe popular y la batalla cotidiana. El poeta de
Soapire, Estado Miranda, Julio Ramírez, en su verso octosílabo,
dice
Los
campos se reverdecen
a
la llegada de Mayo
y
los fulgurantes rayos
del
sol que lo resplandecen.
Todos
los campos florecen
y
se hallan complacidos,
los
campos reverdecidos
porque
mayo da pureza.
Llegó
mayo y su grandeza
Siempre
risueño y florido
Hemos
registrado, sólo en Caracas, 1992, en el mes de mayo, 363
Manifestaciones Culturales y, particularmente, se ha alcanzado a
registrar no menos de 130 Velorios de Cruz de Mayo, sin contar las
muestras, las cuales crecen y se expanden en el sistema escolar y
otras instituciones, las cuales realizan su promoción y difusión
con la alegría y gozo popular. Los romanos dedicaban este mes a los
mayores del pueblo. Por ello puede afirmarse que mayo es el mes de
los compatriotas de la tercera edad. La orquídea, llamada Flor de
Mayo -Cattleya Mossiae- es declara la Flor Nacional de Venezuela
desde el 23 de mayo de 1951. Se
le rinde honor al inglés William Cattley, quien cultivó los
primeros vástagos de esta planta en el año de 1818, a través de
unas especies enviadas desde Brasil. En 1839 fue hallada la Cattleya
en Venezuela. La simbología representa a este mes con la figura de
Géminis. Castor y Pólux tiran del carro de Venus. Cupido hace su
aparición en este tiempo de 31 días. Lo bucólico parece recobrar
su presencia, su herencia de natura redimida. El
verso, cantado o declamado, suelta un saludo de respeto y elegancia.
Los decimistas preparan un recorrido entre poesías rimadas de
prestancia e invocación; de argumento y despedida. No faltara la
rima del reto, en el galerón nunca se abandona, pero la religiosidad
popular teje un ambiente de tradición y compromiso, de sincera
querencia. Diría el poeta Julio Ramírez para el saludo ceremonial:
Santa
Cruz con el permiso
te
he venido a saludar
en
tu bellísimo altar
que
parece un paraíso.
Y
tengo por compromiso
cuando
se llega tu día
de
cantar mi poesía
con
bastante religión.
Se
presentó la ocasión
Santa
Cruz, devota mía
La
fiesta de la Cruz de Mayo convoca a una, verdadera, ceremonia de
acción colectiva. Una liturgia popular se hace presente, junto a la
tradición y a la autenticidad de la fe, reivindicando, de esa
manera, la existencia cultural de las comunidades étnicas. El
sentido de pertenencia se adquiere desde las localidades y
microlocalidades, municipios y parroquias, barrios y veredas, que
asumen a esta manifestación como forma emblemática de la cultura
popular residencial. La fe es la expresión viva de una teología que
libera lluvia y cosecha, fortaleciendo la herencia
espiritual-social-arbórea. La responsabilidad social y el compromiso
religioso comienzan por los promeseros. Tiempos remotísimos se hacen
presentes en la vida cotidiana de quienes participan, de una u otra
forma, en la celebración. La
fiesta encierra un significado que, en la mayoría de los casos, se
remonta a tiempos inmemoriales,
(Mamadou Seck, 1989). Dice el verso octosílabo del poeta, curtido
por el tiempo:
Cruz
divina vengo a darte
Un
homenaje ferviente
porque
lo creo conveniente
en
mis versos homenajearte.
Trayendo
por estandarte
una
grandísima fe.
Y
a tu recinto me guie
lleno
de grato cariño
y
con la humildad de un niño
Vengo
a rendirme a tus pies
El
término Cruz viene de una voz latina -crux- y, geométricamente,
constituye dos líneas que se cruzan en un ángulo recto. Figura
formada por dos rayas cortadas perpendicularmente.
Parte del
árbol en que empiezan las ramas horizontales.
Símbolo de las culturas de antiquísima data y cronología.
Ancestralmente ha representado los 4 elementos y los 4 puntos
cardinales. Un punto de intersección irradia cuatro caminos, cuatro
direcciones y un círculo con el ser humano girando alrededor. Dos
conceptos parecen encontrarse en esta forma geométrica: lo divino y
el mundo. Éste último expresado, contundentemente, en la cosecha.
Se sortea aquí una especie de natividad porque toda mies, lo
agrario, la agricultura implican un nacimiento, y múltiple, variado,
maravilloso. Quizás, la Cruz es el punto de encuentro entre lo
cósmico y la terredad. Acaso la resurrección no es otra natividad.
El ser humano desde tiempos ancestrales y recurrentes anda empeñado
en nacer. La Cruz es también una Natividad, la Resurrección, y la
vida venida de la lluvia y la cosecha. Todos estos hechos son
cómplices de quien pare.
La
impresión de los invasores al pisar esta Tierra de Gracia fue,
precisamente, encontrarse con muchas cruces, abundantes. Los pueblos
originarios se posesionaron e hicieron suya desde su presencia en el
cielo: la Cruz del Sur. Un saludo a la santa Cruz que desde el cosmos
viene a instalarse en el devenir cotidiano del trabajo agrario.
Inmortalidad y sapiencia; símbolo de existencia y fecundidad. De tal
manera que la Cruz bendita cristiana-católica es un añadido
histórico social, que se convirtió en fe popular de resistencia
cultural y batalla. Creo
justo saludar/ en esta gran reunión/ a este reluciente altar/
adornados con primor, suelta
el trovo el poeta de Soapire, Julio Ramírez, cuya imagen y rimas
todavía recorren nuestros barrios festivos de Caracas. Hace su
aparición la
Virgen Bella,
que tiende el manto sobre la tierra olorosa y
torna el saludo magistral:
Antes
de subir las gradas
de
este divino oratorio
saludo
en este velorio
la
Virgen Inmaculada,
tan
bella y adorada,
que
aquí suele figurar.
Doy
un saludo en plural
a
todos decentemente
y
como estoy entre la gente
Creo
justo saludar
Si
bien es cierto que la Cruz, en modo alguno, tiene su origen en el
cristianismo; no menos cierto es que aquella crucifixión dejó su
impronta simbólica en las culturas originarias de la América
invadida y al sincretizarse pasó hacer parte de la cosmovisión
religiosa popular y del imaginario colectivo espiritual de nuestros
pueblos. La Cruz ya era, desde tiempos ancestrales, parte del devenir
e ir de la cosmogonía de las distintas comunidades étnicas
originarias. La Cruz venía siendo uno
de esos signos de una lengua sagrada que venimos rastreando en todo
el mundo. Las
disímiles y diversas maneras de asistir a la vida, las culturas,
ofrecen dilatados y precisos testimonios de la presencia de la Cruz.
Ubicar su génesis, su natalicio, en cualquier parte del globo
terráqueo, resulta totalmente válido. Creo
justo saludar,
dice el vate:
Saludo
a los decimistas
Y
a todos los trovantes
También
a los circundantes
y
a las cuatro señoritas.
Saludo
a los fulistas,
que
se hallan en la reunión.
Parece
que es la ocasión
que
deben de aparecer.
Sus
cantos deben de ser
Adornados
de primor.
Las
cruces sobran, abundan y colman la existencia humana y cultural
societaria: la Cruz Egipcia, la Griega, la Latina, la Gamada. Las
Cruces de san Antonio, de san Andrés La Cruz de Lorena, de Malta. La
Cruz Trebolada, la Polenzada, la Ancorada. La Cruz Papal. La Cruz
sobre el orbe, la Celta, la Ankh, la Cruz de Osiris, sólo para citar
algunas. Sin embargo, resulta infinitamente justo
y necesario
nombrar la Santísima Cruz que cargara Jesucristo, Jesús de Nazaret,
la cual en sus tiempos era la manera de morir de los condenados, y
que adquirió una significación redentora. Una antinomia histórica,
vida-muerte, se trasmutó en resurrección salvadora. No existía
nada más categóricamente pagano que morir crucificado. Gritaría la
muchedumbre: crucifícale,
crucifícale. Las
siete palabras, todavía, deambulan por la memoria de entonces, de
siempre. Y al pie de aquel madero, María y Juan, a quien Jesús
entregaría a su madre como hijo. Aquel templo en tres días sería
reconstruido. El paganismo, de paisano, del campo, al cristianizarse
se trasfiguró en culto mariano. Acaso no son las féminas las que
descubren e inventan la agricultura. Desde entonces la Virgen María
parece ser la expresión cotidiana de todas las madres de la tierra.
Dice el trovo del poeta Julio Ramírez:
Yo
te saludo María
Reina
de los querubines
porque
subiste al cielo
al
compás de los clarines
Si
existe algún símbolo de carácter universal y presente en todas las
culturas del mundo es la Cruz. Su poder evocativo, su fuerza de
comunicación y base devocional imprime y graba a la fiesta una
condición de celebración religiosa de fe popular y geografía
residencial. No obstante, y de alguna manera, rompe con la
cotidianidad: es una práctica social que se ubica fuera de la
institucionalidad religiosa católica, muy a pesar del tremendo
esfuerzo histórico por establecer un diálogo con la institución,
la cual históricamente ha soslayado la fiesta, muy a pesar que se
dan muestras de avances y algunos presbíteros se han incorporado a
la festividad. Tiene la celebración un o una líder, que es el
promesero o la promesera, se realiza en un tiempo-espacial particular
y específico, celebra un acontecimiento feliz y, de innegable
manera, es una fiesta de vuelta a los orígenes. La Virgen María
vigila la esperanza de quienes participan y la Fe se teje en el
colectivo.
Es
factible que en esta manifestación-celebración-fiesta se sucedió
un auténtico proceso de evangelización de la cultura e
inculturación del evangelio. La religiosidad popular, en tanto
síntesis de la fe y la cultura, se dice que es el producto histórico
de la primera evangelización. Una nueva evangelización de la
religiosidad popular, a la luz de la Teología de la Liberación,
podría contribuir a que las celebraciones, fiestas y manifestaciones
de las culturas populares se transformen en cultura de la
resistencia, en acción liberadora de la enajenación religiosa de la
oligarquía eclesiástica dominante y ser el gran componente de fe en
la realización de la revolución, en su más amplio sentido. Ofrenda
el poeta:
Pinté
el cuerpo del Señor
en
la calle de la amargura
y
al pie de la virgen pura
pinté
una divina flor.
Yo
pinté con gran primor
la
corona del Mesías.
Yo
pinté la sacristía
en
los cuerpos de una Iglesia.
Y
en los templos de Venecia
pinté
la Virgen María
El
Velorio de la Cruz de Mayo es una fiesta de herencia bucólica, la
fiesta de la cosecha, pero es posible definirla, también como una
celebración urbana civil y alcanza algún rango institucional cuando
el sistema escolar e instituciones la difunden con fines pedagógicos.
A decir de la profesora María Teresa Novo: se
combina la pedagogía de una ritualidad tradicional, previamente
aprendida, con una estética propia del espectáculo.
El festejo de la Cruz de Mayo expresa elementos tradicionales y
modernos, así como los más contemporáneos, los cuales no resultan
extraños. Su presencia anda en el alma de quien sabe persignarse o
de quien sabe decir: Ave María purísima.
El
Velorio de la Cruz de Mayo es una fiesta de la poesía: la décima
espinela y las coplas constituyen el lenguaje de devoción, presencia
y fe. También de lo más humano del humor, de lo cotidiano, del
devenir político y social, así como de la elegancia enamoraticia
certera. Un gran encuentro de humana calidad colectiva se sucede en
la fiesta de la Cruz de Mayo. Sintetiza la vida entera y habitual de
quienes participan, de una u otra manera, en la celebración. La vida
social se encuentra con una simbología compartida, una religiosidad
socializada, entre lo cotidianamente solemne. Los versos singulares
redimen la alegranza, convocan la fiesta y la espiritualidad se hace
presente. Una fe tan hermosa que no le falta el trago. Una fe llena
de bendiciones, curtida de herencia, acicalada de memoria y que se
hace, poco a poco, resistencia cultural. El verso, bien en pie de
décima o en trovo, con su presencia brinda su testimonio histórico,
su convicción y su cadencia.
Bendigo
a la Santa Cruz
Saludo
a quien la adorno
Quien
a la Cruz esmaltó
Con
ricas conchas de mar.
Dime
quién pudo esmaltar
toda
la pasión entera,
el
martillo, la escalera,
los
tres clavos, las tenazas
y
para cantar con gracia
echen
carato pa fuera
____________________
De
Héctor Rojas y Emilio Rodríguez
Eres
símbolo de amor
de
paz, de fe, de esperanza.
Eres
signo de alabanza
de
sacrificio y dolor
En
ti murió el Redentor
Así
la historia lo sopla.
Fue
el rey de Constantinopla
El
primero que te vio
y
en seguida comenzó
a
echarte versos y coplas
______________________
De
la copla popular
Santísima
Cruz
la
del Redentor
La
muerte vencida
se
tornó en amor
______________________
Santísima
Cruz
sol
de los caminos
alumbra
los pasos
de
los peregrinos
______________________
Santísima
Cruz
árbol
de la vida
bríndale
a la tierra
tu
savia florida
Una
propuesta podría instrumentarse: emprender la elaboración de los
calendarios de las manifestaciones culturales por parroquias,
municipios y estados de Venezuela. La investigación cultural
constituye una de las líneas estratégicas sobre política pública
cultural. Resulta urgente crear la Comunidad Científica Cultural. Si
alcanzamos conocer culturalmente a Venezuela, jamás podrá el
imperialismo someternos. Se trata de conocer una manera de asistir a
la vida, que es la cultura. Desde allí la resistencia cultural es
imposible vencerla. La Cultura Festiva, expresada en un sistema de
fiestas y manifestaciones culturales residenciales-populares, son
determinantes y estratégica para comprender la dimensión cultural
de las comunidades étnicas. Es necesario apropiarse de la Venezuela
Cultural. Santa,
Cruz con el permiso/ te he venido a saludar.
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